El Ford Sierra Cosworth es uno de esos modelos que a simple vista engañan, sobre todo las ultimas versiones con carrocería de tres volúmenes como la de nuestro amigo Juan Carlos Ferradás, que bajo esa carrocería de color rojo, esconde algunas cosas interesantes.

Ford Sierra. Que nombre tan familiar. Todavía me acuerdo cuando lo veía de pequeño por la calle y pensaba en lo grande que era y el lo bonito que me parecía. Era todo un ‘señor coche’, como el que quería tener ‘de mayor’. Y quien le iba a decir a Ford lo bien que le saldría la jugada con el ‘Serrucho’, todo un éxito que todavía se puede ver dando guerra por las calles.

La historia del Sierra comienza a principios de los años ’80, cuando en Ford comenzaron a buscar un sustituto para el Taunus, que ya empezaba a resultar un tanto ‘viejo’. Si lo comparamos con aquel vetusto Taunus, el cambio de rumbo con el Sierra es apreciable. Ford, durante mucho tiempo, se caracterizaba por la simplicidad mecánica y una estética conservadora, muy al estilo yankee. Pero en 1976 reformó por completo su firma de ver las cosas con el lanzamiento de la primera generación del Ford Fiesta.

Unos seis años después de aquel Fiesta, llegó el Sierra, nuestro protagonista, con su carrocería diseñada en el túnel de viento (de los primeros coches diseñados así), su gran variedad mecánica y de acabados y sus interesantes ideas como la suspensión independiente en las cuatro ruedas. Era muy avanzado para la época.

Fod Sierra Cosworth 2wwd

El Ford Sierra, el ‘Serrucho’, fue un trabajo de Uwe Bahnse, Robert Lutz y Patrick Le’Quement, éste último más conocido por sus polémicos trabajos para Renault, como los Vel Satis o el Avantime, que terminó siendo todo un campeón de rallyes. No sirve de anda que os cuente como llegó a serlo, lo sabéis. Se de sobra que conocéis las historias que ha creado este modelo, por ello, voy a pasar a la unidad de las imágenes, cuya historia comienza cierto tiempo atrás.

Como estaréis imaginando, se trata de un Cosworth, pero no de un 4×4 como pueden hacer pensar las entradas sobre el capó o el paragolpes frontal, sino un ‘trasera’, un 2WD propiedad de Juan Carlos Ferradás, uno de esos locos personajes socio del Club Cosworth España. Si no me equivoco en las cuentas, es el cuarto Serrucho que pasa por sus manos, pero es el que más le gusta y el que más disfruta en las concentraciones. Evidentemente, no me voy a poner a contar la historia de como llegó a meterlo en el garaje, es largo, pero si merece la pena conocer el porque de comprase un Sierra Cosworth.

Todos tenemos un coche ‘fetiche’, uno que nos ha marcado por algún motivo en concreto. Piénsalo. ¿Por que te gusta ese coche en concreto? Personalmente, el coche de mis sueños es el Escort Cosworth, no porque sea el mejor, no porque sea el más bonito (que lo es) ni tampoco porque sea un tiro (que también), sino porque fue el primer coche ‘gordo’ en el que subí y el que realmente ha dejado marca. Nada ha sido igual a aquello. Algo parecido le pasó a Juan Carlos, aunque al contrario de mi caso, él ya tenía experiencia con ‘bichos’ de cuidado (yo tenía por aquel entonces 18 añitos recién cumplidos).

Club Cosworth España
Juan Carlos era copiloto de rallyes y un buen día, el piloto y amigo recibió un Sierra Cosworth como parte de pago por otro coche y aunque estaba de serie, ya les gusto el ‘royo’ de la propulsión. Se pensó convertirlo para correr, pero resultaba caro así que lo vendió junto con un Megane de circuitos y compraron uno preparado. He aquí, el contagio del ‘virus Cosworth’. Como curiosidad, el Sierra Cosworth que vendieron fue a parar a manos de Dani Sánchez, también socio del Club Cosworth España y propietario de un EVO un tanto salvaje.

El Sierra que compraron para correr, propiedad de Cesar Tomé, le sirvió a Juan Carlos para darse cuenta que el Sierra Cosworth era un auténtico coche de carreras. Algo que no se ve a simple vista debido a su carrocería de tres volúmenes sin elementos que destaquen en exceso. Ni siquiera el simple alerón sobre la tapa del maletero puede llegar a chivar a quien observa que está ante un aparato que ha ganado en los rallyes casi tal cual lo ve.

Tras mucho buscar, encontró uno Ford Sierra Cosworth 4×4 en Asturias y otro en Benicarló. El primero, por cercanía, fue el que eligió, pero tras verlo tomó camino de Benicarló a por la otra opción (¡¡en un Opel Corsa 1.0!!). Según me ha contado Juan Carlos, aquel Sierra estaba en un estado muy bueno y casi totalmente de serie, a excepción de la válvula de derivación y de un chip del que no sabe nada de nada, pero que hacía del Serrucho un tiro. Se lo llevó a Galicia, donde reside nuestro amigo, y donde lo restauró por completo y disfrutó un año para luego venderlo y comprase otro 4×4 que también dejó como nuevo y que tiene actualmente para ‘pasear’ como dice él.

Se adjudicó un Sierra Cosworth 2WD con la idea de hacerse uno para carreras y presentarse en algún rallye que otro y llevárselo a las concentraciones, pero un cambio de la normativa hacía muy complicado (por no decir imposible) usar el coche para rallyes y para circular por vías públicas, así que lo puso en venta y empezó a buscar uno para ‘hacérselo’ de calle. Solo había un problema y es que le pilló la crisis dichosa y había pocos interesados. La manera más fácil de venderlo fue sacando el motor y venderlo sin él, terminando en tierras vascas, en manos de Oskar Lasa.

Ford Sierra burnout

Es aquí, donde después de muchas vueltas comienza la historia del Serrucho rojo de las imágenes. Un coche, que al igual que el resto de Serruchos que pasaron por sus manos, fue desmontado, saneado y vuelto a montar. Tenía intención de decorarlo como el de Delecour, pero dice que es muy llamativo y que puede acarrear problemas con la DGT, así que lo pintó de rojo. Bajo el capó, el motor que sacó del anterior Sierra 2WD.

Las siglas ‘YB’ son las que denominan al cuatro cilindros y dos litros que Ford desarrolló junto a Cosworth, un motor muy potenciable y bastante duro si no aprietas demasiado; pueden llegar a rozar los 500 CV con ‘cuatro cosas’, así que hay que tener cuidado. Si se trata de un motor de carreras más todavía, pues interesa que sea potente, pero más aún, que sea fiable.

Eso que cuento es lo que el señor Ferradás pensó desde un momento: potente, pero fiable. Es más, el Sierra Cosworth gallego protagonista de estas líneas, rinde unos 280 CV. Son muchos, pero comparado con algunos ‘bichos’ que hay en el club, es de los flojos. Ahora, problemas de fiabilidad habrá pocos al no estar apretado en exceso y eso que lleva de todo, desde pistones hasta los sincros del cambio nuevos, autoblocante, escape Mongoose…

Juan Carlos está muy contento con su Sierra Cosworth 2WD, no tiene intención de venderlo y disfruta mucho conduciéndolo, además, dice que aunque es un coche de calle, cuenta con algunas cosas para las carreras como pueden ser la rampa de faros, los cuneteros, los aireadores de ruedas o las faldillas pues todavía tiene esa ‘espinita’ clavada, la espinita de las carreras.

Javi Martín